Recuerdo haber pasado por este callejón mil veces tomado de
la mano contigo, era uno de nuestros lugares favoritos que estaba de camino a
casa al regresar del trabajo, decías que era el callejón de los sueños y
siempre que decías eso tomabas de tu bolso un papelito en donde escribías un
sueño nuevo el cual querías cumplir, seguido de eso tomabas el encendedor que
siempre portaba en la bolsita delantera de mi camisa y le prendías fuego, aún recuerdo
que la primera vez que lo hiciste te pregunte qué porque le prendías fuego en
vez de guardarlo y me dijiste que lo hacías porque de esa forma ponías tus
sueños a disposición del universo, a manos del destino, decías que era la forma
más posible que podía existir para que los sueños se cumplieran, en ese
entonces no entendía a lo que te referías cuando decías eso, pues prefería
dejar de cuestionarte por algo que te hacia feliz, porque eso era lo que me
importaba que fueras feliz y si eso te hacia feliz prefería observarte
cuidadosamente mientras lo hacías para no perderme ningún movimiento tuyo
ningún gesto de tu rostro mientras el tiempo se ralentizaba y la luminiscencia
de las farolas quedaban fuera de enfoque, regalándome verdaderos momentos inefables,
momento que nunca olvidare y ahora que vuelvo a pasar por aquí entendiendo a lo
que te referías cuando decías que lo dejabas a disposición del universo y del
destino he decidido hacer lo mismo y he venido preparado con un papelito, un
lápiz y el mismo encendedor de siempre y mirando hacia el cielo le prenderé
fuego a mi sueño esperando a que se cumpla y así poder estar a tu lado
nuevamente porque te extraño mucho desde que partiste aquella noche de junio.
